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martes, 26 de abril de 2016

Un hola por error.

Escribir "Hola" y borrar lentamente letra por letra. Básicamente en eso se resume la mayoría de mis días. Sin embargo, en esta oportunidad tras un error y presionar la tecla incorrecta coloco rápidamente el celular en "silencio". No acepto que el sonido de una respuesta pueda presidir mis emociones.  

Ahora supongo que me queda  olvidar el error que acabo de cometer. O supongo que debería estar atenta por si respondes. Estoy pensando que de tanto suponer, voy a suponer algún día que suponer es dañino. Y es así como me doy cuenta que aún logras que me ponga nerviosa.

Reviso mi reloj y faltan  pocos minutos para que la clase culmine. Recojo mis cosas y al meterlas  en el morral veo en el fondo mi labial favorito, el que me obsequiaste hace un par de meses atrás. Pienso en que debe ser una jodida broma y  me obligo a ignorar el pensamiento pero admito que fue una tarea más para la lista de "intentos fallidos".  

Trato de entender lo que dice el profesor. "Teorías, hostilidad, grupos, prejuicios" son las únicas palabras que logro recordar de todas las que ha dicho a lo largo de estos últimos cinco minutos. Desde siempre reconocí que mi atención dividida era una mierda y por el contrario mi atención focalizada era una de mi mejores armas. Pero ahora mismo, es un arma que no deja que me concentre en algo más que no sea en ti. Me levanto del asiento a pesar de que aún no termina la clase e intento caminar lo más rápido que puedo en dirección al cafetín. Necesito un vaso de agua fría o un nestea con hielo, aunque  confieso que un poco de ron no me vendría mal. 

Sentada en una de las sillas del cafetín pienso en las posibles respuesta que podría recibir: "Hola, qué tiempo" o quizás "¿Qué tal?" o ¿Qué quieres?

Noto que necesito mantener la calma. Puedo sentir mi respiración acelerada, las manos heladas y los labios resecos junto a varias gotas frías de sudor que caen por mi rostro y por dentro de mi blusa ¡Qué carajo! Estoy emocionada. Quiero revisar mi teléfono, así que no espero más y lo tomo de mi bolsillo trasero.

4 mensajes.
1 llamada pérdida.

Inevitablemente sonrío. Desbloqueo el celular y decido ir primero por la llamada pérdida. Es mi compañera. De seguro está preocupada, pienso.

2 mensajes de texto: "¿Chama, dónde estás?" "¿Todo bien?". Otra vez mi compañera.

2 mensajes en whatsapp: "¿Dónde es la clase de las 11:00?" ¿La profesora ya llegó? Ambos mensajes del grupo que creamos los del salón.

Observo la hora en la parte de arriba de la pantalla y marca las 10:53. Pero antes de bloquear nuevamente el celular me salgo de la conversación del grupo para ver la lista de chats.

Y Simplemente dejo de temblar. Me siento enferma, mi cuerpo se coloca tan pesado que me cuesta mantener una postura derecha en la silla. Mi estómago se estremece. Vuelvo a bloquear el celular y lo guardo otra vez en mi bolsillo trasero. Seco una pequeña lágrima que se asoma en el rabillo del ojo y me levanto para ir a mi siguiente clase con la imagen en mi cabeza de unas viñetas en azul.







domingo, 31 de enero de 2016

El encanto de tu inocencia. Parte II

Control, repito una y otra vez en mi mente. Luego de varios segundos, alzas tus manos y entrelazas tus dedos alrededor de mi cuello, en cuclillas me das un ligero beso en el cuello, otro en la mejilla y por último uno en los labios, tan sutil como el satén. Quisiera no querer atreverme a seguir pero, es demasiado tarde, desde el momento que ésto comenzó mi cerebro se saturó de dopamina y no lo desmiento, me siento como un canalla al utilizar la anatomía como excusa. Comienzo a besarte pero ésta vez no me detengo, te cargo y te acuesto lentamente en el sofá desgastado de la casa de tu amiga. Acaricio lentamente tus piernas y cuando tu cuerpo comienza a relajarse me adentro en ti, por sobre la sensación disfruto  en mi recóndito interior tu expresión de sorpresa y placer simultáneamente. No me detengo, no hay nada que me haga hacerlo, la adrenalina que recorre por mi cuerpo me hace querer más a tal punto de estar en la obligación de bajar el ritmo para lograr respirar. Tú, por otro lado, tan apacible como el mar en la noche, pero con una mirada tan depredadora como el mismo mar en una exorbitante tormenta. Y es ahí, cuando voy a explotar, no lo contengo, tú tampoco lo haces.

Rápidamente me levanto y busco mi ropa, ya es hora de irme, ya terminé lo que tenía que hacer. Unos ojos confundidos me siguen a todas partes, alcanzo tu ropa y dulcemente beso tu mejilla  y te pido que te cubras. Antes de cerrar la puerta, echo por última vez un vistazo a la sala para corroborar que todo esté limpio y en orden. Camino a la parada del autobús. Cayendo la noche conversamos como viejos amigos, como si nos conociéramos de hace años y me alivia saber que entiendes que lo nuestro sólo fue casual, sólo fue una tarde.

Una hora más tarde, camino a casa, enciendo el celular que apagué desde que tomé el desayuno, y tengo un par de mensajes de mi novia.

"Pendón, fue un error, te pido  una oportunidad, no quise engañarte, él no es importante. Tú sí"
"Amor, lo siento. Vamos a hablar ¿Me puedes perdonar?"

-Quedemos para hablar. Claro que puedo perdonarte  Ya estamos a mano - Presiono la tecla "enviar".